sábado, 6 de octubre de 2007

Semos guiris



Por la mañana, después de una sensibilizadora ducha con garrafa y vaso, nos vamos a comprar ropa interior y cosillas de primera necesidad. La verdad, lo de la ducha es un ejercicio interesante, creo que aquí voy a aprender a valorar el agua como el bien escaso que es, y algo me dice que no va a ser la última vez que me duche así en estos seis meses.

Llegamos a Plateau, uno de los centros de la ciudad, en lo que parece ser la calle principal todas las tiendas de ropa están regentadas por chinos, eso sí, empleando a la población local, pero no te encuetras otra oferta textil que no sean estas tiendas muy parecidas a los "Todo a 100" de Madrid. Después nos enteraremos que hay otro mercado de ropa en otra parte de la ciudad con muchas cosas de segunda mano, pero de momento lo que nos cuentan, y lo que nos parece, es que han engullido el sector textil caboverdiano.

En Plateau también hay un mercado de alimentación, un montón de puestos de fruta y verduras mezcladas con pescado, algo de carne y un montón de especias. Bullicioso, alegre y colorido, está situado en un recinto cerrado por varios locales que son pescaderías, carnicerías y una tienda de comida precocinada (habrá que probarla más adelante). El mercado tiene sólo dos entradas en los extremos así que lo atravesamos varias veces husmeando, observando y rechazando varias ofertas amables de venta. No me siento en ningún momento avasallado pero sí es verdad que se acrecienta la sensación de ser guiri, espero irla reduciendo con el tiempo, aunque no podré quitarme la etiqueta de "branquinho".

A media mañana vamos para Cidade Velha, a un cuarto de hora en "aluguer", estas furgonetas comunes en las ciudades latinoamericanas en las que por un módico precio te transportan apiñado junto con otras personas y mercancías. Cidade Velha fue la primera ciudad de todo Cabo Verde, la crearon los portugueses cuando aun estaban deshabitadas las islas y parece ser que fue un importante fuerte de la potencia colonial, su puerto era escala obligatoria en el viaje a Brasil. Hoy en día no queda mucho de la colonia: el fuerte, la catedral, un monasterio y algún edificio más. Por la tarde, después de darnos un baño y comer en un restaurante al borde del mar, nos hemos acercado hasta el monasterio, cuya iglesia fue restaurada hace un par de años por la cooperación española. Me siento muy guiri hoy.

En el camino de Praia a Cidade Velha vemos una vía rápida que se está construyendo para ir del aeropuerto a la antigua ciudad colonial. El asfalto nuevo contrasta bastante con el adoquinado que tapiza el resto de las carreteras y calles por las que hemos pasado hasta ahora y confirma la intención de convertir Cabo Verde en una potencia turística. Por la noche comentamos como nos da un poco de miedo ver cómo Cabo Verde parece estar copiando el ejemplo de desarrollo turístico insostenible de Canarias. Habrá que buscar alternativas.

Al llegar a casa ha vuelto el agua, uff, es el momento de lavarse la cabeza y vaciar el intestino, más proritario lo segundo que lo primero pues la cisterna con garrafas no es el mejor invento del mundo. Además han llegado tres maletas de las siete que perdimos, dos de ellas son mi macuto y mi tienda, esperemos que mañana lleguen las del resto.

1 comentario:

sandrix dijo...

Te cortaras el pelo como esto siga asi????

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