miércoles, 9 de julio de 2008

Reflejos

Decían unos, en la cumbre de la FAO:
"Hay que conseguir la seguridad alimentaria a través de un esfuerzo constante para erradicar el hambre"
Y seguían comiendo y gobernando, sin hacer nada.

Decían otros, en el Norte:
"Es vergonzoso que no se hayan tomado medidas reales en la cumbre de la FAO, sólo palabras vacías"
Y seguían comiendo y votando, sin hacer nada.

martes, 8 de julio de 2008

A mi cordura

Cuando me leas un cuento
procura decirme que es mentira
para que no me lo crea

Cuando me inventes un cuento
descúbreme el final
al final
pero dime al principio que se acaba

Cuando me digas un cuento
no me digas uno de verdad
que ya sabes que soy tonto
desalmado zafio patán y no recuerdo
nada más que lo que quiero recordar

Y no me hables cuentos de hadas buenas
ni de reinos mágicos ni bosques encantados

y déjame comerme las perdices
no vaya a ser que nunca llegue el final

martes, 1 de julio de 2008

Los gnomos del recuerdo

Un día, viajando como de costumbre, el joven aprendiz de todonada se encontró un frondoso bosque. En su linde, antes de entrar en la verde espesura de árboles y arbustos, se podía leer en un cartel grande de madera tallada: Bosque del Pensamiento.

Muchos años más tarde el joven aprendiz de todonada, ya convertido en anciano aprendiz de todonada, me contó que allí conoció de la existencia de los gnomos del recuerdo. Éstas eran unas curiosas criaturas siempre atentas a lo que acontecía en el bosque y en sus alrededores. Miraban, observaban y estudiaban todo lo que ocurría, y cuando algo les llamaba la atención tenían la capacidad de guardarlo para poder volver a disfrutarlo en otro momento.

Cuando un gnomo presenciaba uno de esos acontecimientos creaba una vasija de barro y en ella pintaba el momento: un beso, una fiesta, una discusión con un amigo, una ciudad a la que fuiste de viaje, un libro... Después, dependiendo de la intención de rememorar ese momento, guardaban la vasija en uno u otro lugar del bosque. Así, las vasijas guardadas en madrigueras o en el tronco de un árbol viejo de dificil acceso eran recuerdos muy profundos u olvidados que pocas veces saldrían a la luz, mientras otras que estuviesen en las ramas de los árboles o encima de una piedra cualquiera eran accesibles y habitualmente consultadas.

Un día se me ocurrió preguntarle al ya anciano aprendiz de todonada por qué lo dibujaban en vasijas, si éstas luego quedaban vacías. El anciano me miró asombrado y preguntó: ¿No has entendido nada? En su interior las vasijas guardaban sentimientos y emociones.

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